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Parecería poco profesional mi inicio, pero el gusto por la lectura y los idiomas me nació desde pequeño.
Cuando tenía 4 años de edad, mi madre era maestra de primer grado en una escuela de la ciudad de Monterrey, N.L. (México). No podía darse el lujo de pagar una niñera ni una guardería, por lo que obtuvo permiso de llevarme con ella al salón donde impartía clases, para lo cual me daba hojas, colores y lápices y luego me pedía que me sentara al fondo del salón y no molestara. Así que pasaba medio día sentado en el rincón, pintando y rayando libretas mientras mi madre daba su clase.
Un día, cuenta mi madre, ella estaba repasando con sus alumnos una clase de lectura, la letra "p" con el silabario. Tenía escritas cuatro palabras en el pizarrón: "Pato, Pepe, pito y pala" (más o menos, pues no recuerda con exactitud) y le pedía los niños que leyeran lo que decía pero ninguno de sus alumnos podía contestarle.
De pronto, se oyó grito desde el fondo del salón: ¡Pato, Pepe, pito, pala! Era yo, que había aprendido a leer mientras escuchaba las clases de manera involuntaria.
Una vez que aprendí a leer bien, conté con la biblioteca particular de mi abuelo, hombre que tuvo mejores momentos económicos, pero que nunca dejó la lectura. Así, para los seis años ya había leído La Iliada y La Odisea, para los 7 La Divina Comedia y otros libros clásicos.
He crecido con el gusto por la literatura, la ciencia y los idiomas. Hice estudios formales de maestro, químca y física. Pero de la misma forma que aprendí a leer, casi por mí mismo, también me propuse aprender inglés, francés, japonés, alemán e italiano; claro que para dedicarme de forma profesional, decidí mejorar mis conocimientos en la universidad, donde terminé la carrera de Licenciado en Lingüística Aplicada con énfasis en Traducción, también tomé un curso de traducción en la Alianza Francesa.
Hoy, el alemán, el italiano y el japonés se han convertido en un pasatiempo, pues ya no tengo tantos momentos libres para estudiar. El tiempo lo dedico a profundizar el estudio del español, el francés y el inglés y concentrarme en estos lenguajes, pues sé que se requiere este tipo de especialización para el trabajo de traductor.
Así me inicié como traductor independiente en el año 2000, a nivel local y empecé traducir mediante la Internet en verano de 2004, con el propósito de abrirme campo en este apasionante mundo y demostrar a las empresas que puedo ayudarlas, como dice el lema, a "Cuidar de la imagen de su empresa".