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Spanish to English: Bienestar psicológico subjetivo: diferencias de sexo, relaciones con dimensiones de personalidad y variables predictoras General field: Social Sciences Detailed field: Psychology
Source text - Spanish Introducción
En una cultura del bienestar, como en la que estamos inmersos, tienen buena acogida términos relativamente novedosos en psicología, como los de bienestar psicológico subjetivo, satisfacción con la vida, calidad de vida. Por ello, la investigación psicológica de la felicidad o del bienestar subjetivo se ha incrementado notablemente en las últimas décadas, al punto de convertirse en un comportamiento muy estudiado desde la psicología positiva (Alarcón, 2006; Díaz et al., 2006; Diener, 2000; Goñi, Rodríguez y Ruiz de Azúa, 2004; Romero, 2002; Sánchez-Cánovas, 1998; Steel, Schmidt y Shultz, 2008).
Aunque todos conocemos el concepto de felicidad, cuando se intenta definir dicho constructo operacionalmente surgen múltiples dilemas, no siendo fácil establecer su contenido esencial (Diener, Suh, Lucas y Smith, 1999). Esta dificultad ha conducido a que en la literatura psicológica actual, se utilicen como sinónimos de felicidad: bienestar psicológico, bienestar subjetivo, calidad de vida, entre otros. El término de bienestar psicológico surgió en Estados Unidos y se fue precisando a partir del desarrollo de las sociedades industrializadas y del interés por las condiciones de vida. Preguntas como ¿por qué algunas personas se sienten más satisfechas con sus vidas que otras? y ¿cuáles serían los factores relacionados con el bienestar psicológico y la satisfacción? son las que dieron origen a muchos de los estudios sobre esta temática. Inicialmente, se asociaba el sentirse bien con la apariencia física, la inteligencia o el dinero, pero actualmente, como resultado de diversas investigaciones en el tema, se sabe que el bienestar psicológico no sólo se relaciona con estas variables sino también con la subjetividad personal (Diener, Suh y Oishi, 1997).
Una primera aproximación conceptual fue realizada por Diener (1994a) que describe tres características del bienestar psicológico: 1) su carácter subjetivo, que descansa sobre la propia experiencia de la persona; 2) su dimensión global, puesto que incluye la valoración del sujeto en todas las áreas de su vida; y 3) la apreciación positiva, ya que su naturaleza va más allá de la mera ausencia de factores negativos. Posteriormente Diener y Diener (1995) subrayan la existencia de diferentes concepciones del bienestar psicológico: 1) el bienestar como satisfacción con la vida, como la valoración del individuo de su propia vida en términos positivos; 2) el bienestar como preponderancia de los sentimientos positivos sobre los negativos; y 3) la perspectiva filosófico-religiosa que ve la felicidad como una virtud o gracia. Una segunda aproximación considera que la esencia del bienestar es la percepción del propio sujeto sobre su vida más que las condiciones objetivas en las que ésta se desarrolla. Desde esta perspectiva, Lawton (1983) estima que el bienestar psicológico incluye las competencias comportamentales, las condiciones objetivas del ambiente externo y la calidad de vida percibida. Para este autor, el sentido de bienestar psicológico refleja la evaluación personal sobre el conjunto y sobre la dinámica de las relaciones entre los tres dominios mencionados. Esto significa que el sentido de bienestar psicológico no resulta de la simple suma de las competencias, de las posibilidades objetivas del ambiente externo, y de las creencias u opiniones sobre las satisfacciones. De hecho, el bienestar psicológico es una evaluación compleja de esas condiciones, que toman en cuenta valores y expectativas personales y condiciones sociales, orgánicas y psicológicas actuales, así como la congruencia entre las
metas deseadas y las metas obtenidas.
Como han observado Díaz et al. (2006), durante la última década se han desarrollado numerosas investigaciones sobre el bienestar que han ampliado considerablemente el mapa conceptual sobre este constructo. Ryan y Deci (2001) identifican dos grandes perspectivas en los estudios sobre el bienestar: 1) una relacionada fundamentalmente con la felicidad (bienestar hedónico) que se centra en la felicidad y define el bienestar en términos de mantenimiento del placer y evitación del dolor; y 2) otra ligada al desarrollo del potencial humano (bienestar eudaimónico) centrada en la autorrealización y que define el bienestar en términos del grado de funcionamiento pleno. Mucha de la investigación reciente sobre el bienestar está más cercana a la tradición hedonística, sin embargo, el concepto eudaimonía añade una importante perspectiva a la comprensión del bienestar (Deci y Ryan, 2008).
Algunos autores han extendido los límites de esta clasificación y han utilizado el constructo bienestar subjetivo (subjetive wellbeing, SWB) como principal representante de la tradición hedónica, y el constructo bienestar psicológico (psychological wellbeing, PWB) como representante de la tradición eudaimónica. La tradición hedónica concibió originalmente el bienestar como un indicador de la calidad de vida basado en la relación entre las características del ambiente y el nivel de satisfacción experimentado por las personas. Varios autores pasaron posteriormente a definirlo en términos de satisfacción con la vida: juicio global que las personas hacen de su vida (Diener, 1994b), o en términos de felicidad: balance global de los afectos positivos y los afectos negativos que han marcado nuestra vida. Estas dos concepciones se corresponden con diferentes marcos temporales del bienestar subjetivo: la satisfacción es un juicio, una medida a largo plazo de la vida de una persona, mientras que la felicidad es un balance de los afectos positivos y negativos que provoca una experiencia inmediata. Como señalan autores como Lucas, Diener y Suh (1996), esta estructura del bienestar compuesta por tres factores (satisfacción con la vida, afecto positivo, y afecto negativo) ha sido repetidamente confirmada a lo largo de numerosos estudios. Mientras la tradición del bienestar subjetivo ha mostrado especial interés en el estudio de los afectos y la satisfacción con la vida, el bienestar psicológico ha centrado su atención en el desarrollo de las capacidades y el crecimiento personal, concebidas ambas como los principales indicadores del
funcionamiento positivo.
En este estudio se ha utilizado la “Escala de bienestar psicológico” de Sánchez-Cánovas (1998), en concreto, la “Escala de bienestar psicológico subjetivo” y la “Escala de bienestar material”. El bienestar psicológico subjetivo se define como sentimiento de felicidad, pero asociada únicamente al afecto positivo, y no a la combinación de afecto negativo y positivo, y el bienestar material se relaciona con los ingresos económicos, con las posesiones materiales cuantificables, pero siempre desde la percepción subjetiva de la persona.
Respecto a las diferencias de sexo en los constructos objeto de esta investigación, algunos estudios no han encontrado diferencias significativas entre hombres y mujeres adultos en sentimientos de felicidad (Argyle, Martín y Crossland, 1989; Chan y Joseph, 2000; Cuadra y Florenzano, 2003; Francis, 1999; Fujita, Diener y Sandvik, 1991), mientras que otros si han encontrado diferencias de sexo (Argyle y Lu, 1990), aunque estas diferencias suelen ser ligeras. Los resultados de los trabajos que han analizado las diferencias de sexo en el autoconcepto normalmente han sido llevados a cabo con adolescentes, sin embargo, cabe resaltar el estudio de Garaigordobil, Pérez y Mozaz (2008) llevado a cabo con adultos de una muestra representativa de la Comunidad Autónoma del País Vasco donde no se encontraron diferencias de sexo. En lo que se refiere a la autoestima estudios con muestras de población general han hallado diferencias significativas en función del sexo siendo las mujeres las que obtuvieron una puntuación inferior (Hills y Argyle, 2001). Por otro lado, algunos estudios ponen de relieve que las mujeres tienen puntuaciones mayores en neuroticismo (Chan y Joseph, 2000) y menores en psicoticismo (Chan y Joseph, 2000; Francis, 1999), sin embargo, otros estudios (Francis, 1999) no han encontrado diferencias de sexo en neuroticismo. Recientemente, Godoy, Martínez y Godoy (2009), han hallado en los hombres niveles significativamente menores de afecto negativo, mayores en afecto positivo y, por tanto, su balance afectivo (un componente junto con la satisfacción vital del bienestar subjetivo) ha sido ligeramente más positivo que en las mujeres (cercano a la significación).
El concepto de bienestar psicológico ha sido estudiado desde distintos enfoques, uno de los que ha atraído más atención, es el que trata la relación entre las variables de personalidad de Eysenck (Extraversión, Neuroticismo y Psicoticismo) y la felicidad. En la mayoría de los estudios estas variables suelen explicar alrededor del 30% de la varianza en las mediciones de bienestar y, por lo tanto, se puede considerar de gran interés descubrir qué otros factores, potencialmente modificables, están relacionadas con el bienestar (Chan y Joseph, 2000), por ejemplo, autoconcepto y autoestima.
Estudios que han analizado las relaciones entre sentimientos de felicidad y autoestima, han encontrado relaciones positivas entre estos constructos (Argyle et al., 1989; Hills y Argyle, 2001). Complementariamente, Neto (2001) halló correlaciones positivas de la felicidad con autoestima, y Myers y Diener (1995) identificaron la autoestima como uno de los cuatro rasgos que aparecían en las personas felices de todas las edades, junto con sensación de control personal, optimismo y extraversión. Un trabajo temprano de Costa y McCrae (1980) mostró que la felicidad estaba asociada con mayor extraversión y menor neuroticismo, y que la extraversión se correlaciona con el afecto positivo mientras que el neuroticismo se relaciona con la infelicidad. En esta dirección, los resultados de los estudios en general confirman que el bienestar psicológico subjetivo correlaciona positivamente con extraversión (Argyle y Lu, 1990; Brebner, Donaldson, Kirby y Ward, 1995; Chan y Joseph, 2000; Hills y Argyle, 2002; Lu, 1995; Lu y Argyle, 1991; Lu y Shih, 1997; Lu, Shih, Lin y Ju, 1997), y negativamente con el neuroticismo (Argyle y Lu, 1990; Brebner et al., 1995; Chan y Joseph, 2000; Hills y Argyle, 2002).
En general, pocas investigaciones han realizado análisis predictivos del bienestar psicológico o la felicidad. No obstante, algunos estudios han observado el poder predictivo de las variables de personalidad de Eysenck, por ejemplo, el realizado por Chan y Joseph (2000) en Inglaterra que identifica la extraversión como predictor de felicidad, el estudio de Chico (2006) que encontró neuroticismo como un predictor de bienestar psicológico con adultos españoles aunque no halló que la extraversión tuviera peso en la predicción del bienestar, así como la investigación de Brebner et al. (1995) con adultos australianos que identificaron neuroticismo y extraversión como variables predictoras.
El análisis de regresión llevado a cabo por Hayes y Joseph (2003) mostró que aunque la extraversión y el neuroticismo fueron los mejores predictores de sentimientos de felicidad, neuroticismo y conciencia (conscientiousness) fueron los mejores predictores de satisfacción con la vida. Estos resultados proveen evidencia de que neuroticismo y extraversión son dimensiones de personalidad relacionadas al bienestar psicológico subjetivo. Sin embargo, los resultados sugieren que la conciencia es una dimensión de personalidad adicional relevante para la comprensión subjetiva del bienestar psicológico. Estos resultados apoyan los hallazgos de DeNeve y Cooper (1998) que confirmaron que la personalidad es un importante correlato del bienestar subjetivo. En el estudio de Hayes y Joseph (2003) la personalidad explicó entre un 32 y un 56% de la varianza del bienestar psicológico. Sin embargo, la dimensión de personalidad que tiene un correlato más fuerte con bienestar subjetivo parece depender de la definición operacional de bienestar subjetivo. En esta dirección apuntan los resultados del reciente meta-análisis realizado por Steel et al. (2008), que encontraron que la personalidad explicaba entre un 39 y un 63% de la varianza del bienestar subjetivo.
En el meta-análisis llevado a cabo por DeNeve y Cooper (1998) la personalidad fue igual de predictiva de satisfacción vital, felicidad y afecto positivo pero fue menos predictiva de afecto negativo. En este estudio algunos de los rasgos más fuertemente asociados a bienestar subjetivo fueron estabilidad emocional y autoestima. Neuroticismo fue el predictor más fuerte de satisfacción vital, felicidad y afecto negativo y la extraversión predijo afecto positivo. DeNeve y Cooper (1998) sugieren que el neuroticismo predispone a las personas a experimentar afectos negativos y por ello no sorprende que en el estudio de Hayes y Joseph (2003) el neuroticismo fuera el más fuertemente asociado a sentimientos y pensamientos negativos en la escala de depresión-felicidad. En contraste, la extraversión fue el mejor predictor de felicidad, seguido de neuroticismo. DeNeve y Cooper (1998) concluyeron, sin embargo, que la importancia de la extraversión como un predictor de bienestar psicológico había sido sobrevalorada, y así mismo Hayes y Joseph (2003) también encontraron que la conciencia fue mejor predictor de la satisfacción con la vida que la extraversión.
En la misma dirección que DeNeve y Cooper (1998), quienes enfatizan la importancia de la capacidad de esforzarse para conseguir objetivos como determinante de la felicidad, Hayes y Joseph (2003) sugieren que la importancia de la conciencia se debe a que los individuos con alta conciencia con mayor probabilidad funcionan mejor en sociedad y son más capaces de conseguir sus objetivos. El estudio de Hayes y Joseph (2003) demuestra que la dimensión neuroticismo-estabilidad emocional está consistentemente asociada a bienestar psicológico subjetivo.
Teniendo en cuenta la importancia que tiene el bienestar psicológico subjetivo, asociado a sentimientos de felicidad, tanto en la adaptación personal como social, y en base a la revisión de estudios llevada a cabo, este trabajo se plantea tres objetivos: 1) analizar las diferencias de sexo en el bienestar psicológico subjetivo, en el bienestar material y en dimensiones de la personalidad tales como autoconcepto, autoestima, extraversión, neuroticismo y psicoticismo; 2) explorar las relaciones entre bienestar psicológico y bienestar material, así como las relaciones del bienestar con dimensiones de la personalidad, en concreto, del bienestar psicológico y material con autoconcepto, autoestima, extraversión, neuroticismo y psicoticismo; e 3) identificar variables predictoras de bienestar psicológico subjetivo, ya que al observar el efecto predictor que algunas variables potencialmente modificables tienen sobre el bienestar, se podrían sugerir propuestas de intervención en la infancia y la adolescencia dirigidas a mejorar el bienestar psicológico subjetivo.
En este estudio se proponen cuatro hipótesis: 1) no habrá diferencias significativas en función del sexo en el bienestar psicológico subjetivo, en el bienestar material, en el autoconcepto-autoestima y en la extraversión, sin embargo, si se encontrarán diferencias en dimensiones negativas como el neuroticismo y el psicoticismo con puntuaciones superiores en las mujeres; 2) se hallarán correlaciones significativas positivas entre bienestar psicológico y bienestar material con autoconcepto, autoestima y extraversión, así como correlaciones negativas con neuroticismo y psicoticismo; 3) el bienestar psicológico subjetivo tendrá relaciones significativas positivas con el bienestar material; y 4) se identificarán como variables predictoras de bienestar psicológico: altas puntuaciones en autoconcepto, autoestima, bienestar material y extraversión, así como bajas puntuaciones en neuroticismo y psicoticismo.
Discusión
El estudio tuvo como objetivos, en primer lugar, analizar las diferencias de sexo en el bienestar psicológico subjetivo, bienestar material, autoconcepto, autoestima, extraversión, neuroticismo y psicoticismo, en segundo lugar, explorar las relaciones entre bienestar psicológico y material, así como entre ambos tipos de bienestar con el resto de las variables y, en tercer lugar, identificar variables predictoras de bienestar psicológico subjetivo.
Los resultados obtenidos han evidenciado diferencias de sexo en neuroticismo con puntuaciones superiores en las mujeres y en psicoticismo con mayores puntuaciones en varones. Estos resultados confirman parcialmente la primera hipótesis ya que no se encontraron diferencias de sexo, en bienestar psicológico subjetivo, bienestar material, autoconcepto-autoestima, y extraversión, y así mismo se encontraron puntuaciones superiores en neuroticismo en las mujeres, sin embargo, en contra de lo hipotetizado éstas no tuvieron superiores puntuaciones en psicoticismo.
Estos resultados apuntan en la misma dirección que otros estudios donde no se encontraron diferencias de sexo en el autoconcepto (Garaigordobil et al., 2008), o en sentimientos de felicidad (Argyle et al., 1989; Chan y Joseph, 2000; Francis, 1999; Fujita et al., 1991), pero contradicen los estudios que han encontrado diferencias en la autoestima con puntuaciones inferiores en la mujeres (Hills y Argyle, 2001). Las discrepancias pueden estar relacionadas con las características de los instrumentos de evaluación utilizados para medir la autoestima. En lo que se refiere a las variables de personalidad, los resultados de este estudio avalan los obtenidos en otros estudios que han evidenciado que las mujeres tienen puntuaciones mayores en neuroticismo (Chan y Joseph, 2000), sin embargo, el estudio de Francis (1999) no encontró diferencias en esta variable. En relación al psicoticismo, los resultados de nuestro estudio, ratifican que las mujeres tienen menores puntuaciones en psicoticismo, lo que confirma los resultados obtenidos en otros trabajos (Chan y Joseph, 2000; Francis, 1999). No obstante, cabe resaltar que en este estudio aunque las diferencias entre varones y mujeres en bienestar psicológico subjetivo no fueron significativas, los hombres tuvieron puntuaciones superiores, siendo estos resultados similares a los obtenidos en el estudio de Godoy et al. (2009) que hallaron en los hombres niveles significativamente menores de afecto negativo, mayores aunque no significativamente en afecto positivo, con un balance afectivo ligeramente más positivo que las mujeres (cercano a la significación).
En segundo lugar, los resultados indican relaciones significativas positivas entre bienestar psicológico subjetivo y material con autoconcepto, autoestima y extraversión y negativas con neuroticismo y psicoticismo, lo que ratifica la hipótesis 2, en la misma dirección que los estudios que han evidenciado las positivas relaciones del bienestar psicológico con autoestima (Argyle et al., 1989; Myers y Diener, 1995; Neto, 2001), con extraversión (Argyle y Lu, 1990; Brebner et al., 1995; Chan y Joseph, 2000; Hills y Argyle, 2002; Lu, 1995; Lu y Argyle, 1991; Lu y Shih, 1997; Lu et al., 1997; Costa y McCrae, 1980), y negativamente con neuroticismo (Argyle y Lu, 1990; Brebner et al., 1995; Chan y Joseph, 2000; Hayes y Joseph, 2003; Hills y Argyle, 2002). Además, los resultados confirman la existencia de relaciones significativas entre bienestar psicológico subjetivo y bienestar material, poniendo de relieve el peso que tiene la percepción subjetiva de los ingresos, las posesiones materiales cuantificables, el dinero, etc. en el bienestar psicológico subjetivo, asociado a sentimientos de felicidad, lo que ratifica la hipótesis 3.
Finalmente, los resultados del análisis de regresión han permitido identificar como variables predictoras de alto bienestar psicológico: alto autoconcepto, alto bienestar material, alta autoestima, extraversión y bajo neuroticismo, lo que ratifica la hipótesis 4. No existe ningún estudio previo que haya realizado la regresión introduciendo todas las variables analizadas en este trabajo. Aun así nuestros resultados ratifican los obtenidos en estudios previos como el realizado por Chan y Joseph (2000) en Inglaterra que identifican la extraversión y el neuroticismo como predictores de felicidad, o el estudio de Chico (2006) que encontró neuroticismo como un predictor de bienestar psicológico con adultos españoles, aunque no halló que la extraversión tuviera peso en la predicción del bienestar. La investigación de Brebner et al. (1995) con adultos australianos también identificó neuroticismo y extraversión
como variables predictoras.
Translation - English Introduction
In a culture of well-being, like that in which we are immersed, relatively new terms in the field of psychology, such as subjective psychological well-being, life satisfaction, and quality of life, are well received. Therefore, psychological research on happiness or subjective well-being has notably increased over the past decades, to the point of becoming a much studied characteristic in positive psychology (Alarcón, 2006; Díaz et al., 2006; Diener, 2000; Goñi, Rodríguez and Ruiz de Azúa, 2004; Romero, 2002; Sánchez-Cánovas, 1998; Steel, Schmidt, and Shultz, 2008).
Although we are all familiar with the concept of happiness, a few problems arise in trying to operationally define the construct, and it is not easy to establish its essential content (Diener, Suh, Lucas, and Smith, 1999). In the current literature of psychology, this difficulty has led to the use of synonyms for happiness: psychological well-being, subjective well-being, quality of life, among others. The term “psychological well-being” emerged in the United States and has become more and more defined since the development of industrialized society and the interest in the conditions of life. Questions such as “Why do some feel more satisfied with their lives than others?” and “What are the factors related to psychological well-being and satisfaction?” gave rise to many of the studies concerning this topic. Initially, feeling well was associated with physical appearance, intelligence, or money, but now, as a result of various studies on the subject, researchers know that psychological well-being is not only related to these variables but also to personal subjectivity (Diener, Suh, and Oishi, 1997).
Diener (1994a) produced the first conceptual approximation which describes three characteristics of psychological well-being: 1) its subjective nature, which rests upon a person’s own experience; 2) its global dimension, given that it includes a subject’s worth in every aspect of their life; and 3) positive evaluation, since its nature goes beyond the mere absence of negative factors. Subsequently, Diener and Diener (1995) underlined the existence of different interpretations of psychological well-being: 1) well-being as life satisfaction, as the worth that an individual assigns to their own life in positive terms; 2) well-being as the preponderance of positive feelings over negative ones; and 3) the philosophical-religious perspective that views happiness as a virtue or grace. A second approximation considers that the essence of well-being is the subject’s perspective about their life more than the objective conditions in which their life takes place. From this perspective, Lawton (1983) posits that psychological well-being includes behavioral competencies, the objective conditions of the external environment, and the perceived quality of life. To me, the meaning of psychological well-being reflects the personal evaluation of all these factors and the dynamics of the relationship between the three mentioned domains. This indicates that the meaning of psychological well-being does not stem from the simple sum of these competencies, the objective possibilities of the external environment, and beliefs or opinions concerning satisfaction. As a matter of fact, psychological well-being is a complex evaluation of those conditions, which take into account the values; personal expectations; the current social, organic, and psychological conditions; as well as the congruence between desired and obtained goals.
As Díaz et al. (2006) have observed, multiple studies on well-being have taken place during this past decade which have considerably broadened the conceptual map relating to this construct. Ryan and Deci (2001) identify two main perspectives in studies on well-being: 1) one fundamentally related to happiness (hedonic well-being), which is centered on happiness and defines well-being in terms of maintaining pleasure and avoiding pain; 2) one tied to the development of human potential (eudaimonic well-being), which focuses on self-actualization and defines well-being in terms of the degree to which one can fully function. Much of the research on well-being holds to the hedonic tradition; nevertheless, eudaimonia adds an important perspective for our understanding of well-being (Deci and Ryan, 2008).
Some researchers have extended the limits of this classification and have used “subjective well-being” as the principal term for the hedonic tradition and “psychological well-being” as the term for the eudaimonic. The hedonic tradition originally developed well-being as an indicator of quality of life founded on the relationship between the characteristics of people’s environment and the level of satisfaction they experience. Multiple researchers then went on to define it in one of two ways, either as life satisfaction: a general judgement people make of their own lives (Diener, 1994b); or in terms of happiness: an overall balance of the positive and negative affects that have impacted people’s lives. These two ideas correspond with different temporary frameworks for subjective well-being: that satisfaction is a judgement, one measured over the long-term of a person’s life, whereas happiness is a balance between the positive and negative affects that produces an immediate experience. As researchers such as Lucas, Diener, and Suh (1996) have pointed out, this concept of well-being composed of three factors (life satisfaction, positive affect, and negative affect) has been supported repeatedly throughout many studies. While the tradition of subjective well-being has displayed special interest in the study of affectivity and life satisfaction, psychological well-being has centered its attention on personal growth and development, both of which have been conceived as the principal indicators of positive functioning.
This study uses the “Scale of Psychological Well-Being” from Sánchez-Cánovas (1998), specifically the “Scale of Subjective Psychological Well-Being” and the “Scale of Material Well-Being.” Subjective psychological well-being is defined as the feeling of happiness, but only when associated with positive affect, not a combination of both negative and positive affect. Material well-being deals with economic gains, quantifiable material possessions, but always from the subjective perspective of the person.
Concerning the differences between the sexes regarding the constructs which are the object of this investigation, some studies have not found significant differences between adult men and women in feelings of happiness (Argyle, Martín, and Crossland, 1989; Chan and Joseph, 2000; Cuadra and Florenzano, 2003; Francis, 1999; Fujita, Diener, and Sandvik, 1991), whereas others have found differences between the sexes (Argyle and Lu, 1990), even though these differences are often slight. The results from studies that have analyzed the differences between the sexes in self-concept normally have been done with adolescents. However, it’s important to highlight the study done by Garaigordobil, Pérez, and Mozaz (2008) which was done with adults from a representative sample from the Comunidad Autónoma del País Vasco (Basque Country Autonomous Community) in which no differences were found between the sexes. Regarding self-esteem, studies with general population samples have found significant differences depending on sex, women being those who received the lower score (Hills and Argyle, 2001). On the other hand, some studies highlight the fact that women score higher in neuroticism (Chan and Joseph, 2000) and lower in psychoticism (Chan and Joseph, 2000; Francis, 1999); however, other studies (Francis, 1999) have not found differences between the sexes regarding neuroticism. Recently, Godoy, Martínez, and Godoy (2009) have found levels in men which are significantly lower in negative affect, greater in positive affect, and therefore, men’s affective balance (a component in conjunction with the vital satisfaction of subjective well-being) has been slightly more positive than in women (approaching statistical significance).
The concept of psychological well-being has been researched from various angles, one of which has attracted more attention. It deals with the relationship between Eysenck’s personality variables (Extraversion, Neuroticism, and Psychoticism) and happiness. In most studies, these variables often explain approximately 30% of the variance in measures of well-being. Therefore, it can be considered very important to discover what other potentially adjustable factors are related to well-being (Chan and Joseph, 2000), such as self-concept and self-esteem.
Studies which have analyzed the relationships between feelings of happiness and self-esteem have found positive relationships between these constructs (Argyle et al., 1989; Hills and Argyle, 2001). Additionally, Neto (2001) found positive correlations between happiness and self-esteem, and Myers and Diener (1995) identified self-esteem as one of the four traits that appeared among happy people of all ages, along with the feeling of personal control, optimism, and extraversion. An early study done by Costa and McCrae (1980) showed that happiness was associated with higher extraversion and lower neuroticism, and that extraversion is correlated with positive affect while neuroticism is related with unhappiness. Along the same vein, the results from the studies in general confirm that subjective psychological well-being correlates positively with extraversion (Argyle and Lu, 1990; Brebner, Donaldson, Kirby, and Ward, 1995; Chan and Joseph, 2000; Hills and Argyle, 2002; Lu, 1995; Lu and Argyle, 1991; Lu and Shih, 1997; Lu, Shih, Lin, and Ju, 1997), and negatively with neuroticism (Argyle and Lu, 1990; Brebner et al., 1995; Chan and Joseph, 2000; Hills and Argyle, 2002).
In general, few studies have carried out predictive analyses of psychological well-being or happiness. Nevertheless, some studies have observed the predictive power of Eysenck’s personality variables. These studies include one done by Chan and Joseph (2000) in England which identifies extraversion as a predictor for happiness; a study by Chico (2006), which found neuroticism to be a predictor for psychological well-being among Spanish adults, even though Chico did not determine that extraversion was significant in predicting well-being; and a study by Brebner et al. (1995) regarding Australian adults, which identified neuroticism and extraversion as predictive variables.
The regression analysis carried out by Hayes and Joseph (2003) showed that even though extraversion and neuroticism were the best predictors of feelings of happiness, neuroticism and conscientiousness were the best predictors of life satisfaction. These results provide evidence that neuroticism and extraversion are dimensions of personality related to subjective psychological well-being. However, the results suggest that conscientiousness is an additional dimension of personality relevant in the subjective understanding of psychological well-being. These results support the findings from DeNeve and Cooper (1998), which confirmed that personality is an important correlate to subjective well-being. In a study by Hayes and Joseph (2003), personality explained between 32% and 56% of the variance in psychological well-being. However, the dimension of personality that correlates the most strongly to subjective well-being seems to depend on the operational definition of subjective well-being. The results of a recent meta-analysis done by Steel et al. (2008) point us in this direction, finding that personality explained between 39% and 63% of the variance in subjective well-being.
In the meta-analysis carried out by DeNeve and Cooper (1998), personality was equally predictive of life satisfaction, happiness, and positive affect, but was less predictive of negative affect. In this study, some of the traits most strongly associated with subjective well-being were emotional stability and self-esteem. Neuroticism was the strongest predictor of life satisfaction, happiness, and negative affect, while extraversion predicted positive affect. DeNeve and Cooper (1998) suggest that neuroticism predisposes people to experience negative affect; therefore, it’s not surprising that in the study by Hayes and Joseph (2003) neuroticism was the most strongly associated with negative feelings and thoughts in the depression-happiness scale. In contrast, extraversion was the greatest predictor of happiness, followed by neuroticism. DeNeve and Cooper (1998) concluded, however, that the importance of extraversion as a predictor of psychological well-being had been overestimated. Moreover, Hayes and Joseph (2003) also found that conscientiousness was a better predictor for life satisfaction than extraversion.
Along the same lines as DeNeve and Cooper (1998), who emphasize the importance of the ability to push oneself to achieve one’s goals as a determinant of happiness, Hayes and Joseph (2003) suggest that the importance of conscientiousness is shown in individuals with high conscientiousness who are more likely to function better in society and are more capable of achieving their goals. The study by Hayes and Joseph (2003) demonstrates that the neuroticism/emotional-stability dimension is consistently associated with subjective psychological well-being.
Keeping in mind the importance of subjective psychological well-being associated with feelings of happiness in both personal and social adaptation, and based on the literature review here, this study has three objectives: 1) analyzing the differences between the sexes in subjective psychological well-being, material well-being, and dimensions of personality such as self-concept, self-esteem, extraversion, neuroticism, and psychoticism; 2) exploring the relationships between psychological well-being and material well-being, as well as the relationships between well-being and dimensions of personality, in short, the relationship of psychological and material well-being with self-concept, self-esteem, extraversion, neuroticism, and psychoticism; and 3) identifying predictor variables for subjective psychological well-being, since by observing the predictive effect that some potentially modifiable variables have on well-being, one can suggest proposals for intervention in childhood and adolescence focused on improving subjective psychological well-being.
In this study, we propose four hypotheses: 1) there will be no significant differences with respect to gender in subjective psychological well-being, material well-being, self-concept, self-esteem, and extraversion; however, there will be differences in negative dimensions such as neuroticism and psychoticism, with higher scores in women; 2) significant positive correlations will be found between psychological and material well-being and self-concept, self-esteem, and extraversion, while negative correlations with neuroticism and psychoticism will be found as well; 3) subjective psychological well-being will have significant positive relationships with material well-being; and 4) high scores in self-concept, self-esteem, material well-being, and extraversion, as well as low scores in neuroticism and psychoticism will be identified as predictor variables for psychological well-being.
Discussion
The objectives of the study were first, to analyze the differences between the sexes in subjective psychological well-being, material well-being, self-concept, self-esteem, extraversion, neuroticism, and psychoticism; second, to explore the relationships between psychological and material well-being as well as that between both types of well-being and the rest of the variables; and third, to identify predictor variables for subjective psychological well-being.
The results obtained have served as evidence for the sex differences in neuroticism, with high scores for women, and in psychoticism, with higher scores for men. These results partially confirm the first hypothesis since no differences were found between the sexes in subjective psychological well-being, material well-being, self-concept, self-esteem, and extraversion. Similarly, we found higher scores for neuroticism in women; however, in contradiction with what was hypothesized, the women did not have higher scores in psychoticism.
These results point us in the same direction as other studies that found no differences between the sexes in self-concept (Garaigordobil et al., 2008), nor in feelings of happiness (Argyle et al., 1989; Chan and Joseph, 2000; Francis, 1999; Fujita et al., 1991). However, our results contradict the studies that have found differences in self-esteem with lower scores in women (Hills and Argyle, 2001). The discrepancies could be due to the nature of the evaluation instruments used to measure self-esteem. Regarding personality variables, the results from this study support those produced in other studies that have shown that women receive higher scores in neuroticism (Chan and Joseph, 2000). However, the study done by Francis (1999) did not find differences in this variable. Concerning psychoticism, the results from our study confirm that women receive lower scores, which matches the results obtained in other studies (Chan and Joseph, 2000; Francis, 1999). Nevertheless, it is important to note that in this study, even though the differences between men and women in subjective psychological well-being were not significant, men received higher scores. These results are similar to those obtained in the study by Godoy et al. (2009), which found significantly lower levels of negative affectivity in men, higher in positive affectivity though not significantly, with an affective balance slightly more positive than women (approaching statistical significance).
Additionally, the results show that subjective psychological well-being and material well-being positively correlate to self-concept, self-esteem, and extraversion, while also negatively correlating to neuroticism and psychoticism. This result confirms the second hypothesis, heading in the same direction as the studies which have shown positive correlations between psychological well-being and self-esteem (Argyle et al., 1989; Myers and Diener, 1995; Neto, 2001) and extraversion (Argyle and Lu, 1990; Brebner et al., 1995; Chan and Joseph, 2000; Hills and Argyle, 2002; Lu, 1995; Lu and Argyle, 1991; Lu and Shih, 1997; Lu et al., 1997; Costa and McCrae, 1980), and negative correlations to neuroticism (Argyle and Lu, 1990; Brebner et al., 1995; Chan and Joseph, 2000; Hayes and Joseph, 2003; Hills and Argyle, 2002). In addition, the results confirm the existence of significant relationships between subjective psychological well-being and material well-being which highlights the impact that subjective perception of income, quantifiable material possessions, money, etc., has on subjective psychological well-being associated with feelings of happiness, which confirms the third hypothesis.
Finally, the results from the regression analysis have allowed us to identify as predictor variables for high psychological well-being the following: high self-concept, high material well-being, high self-esteem, extraversion, and low neuroticism, which confirms the fourth hypothesis. No previous study has performed a regression analysis that introduces all the variables analyzed in this study. Despite this, our results still confirm those reached in previous studies, such as one carried out by Chan and Joseph (2000) in England that identifies extraversion and neuroticism as predictors of happiness, or the study from Chico (2006), which found neuroticism to be a predictor for psychological well-being among Spanish adults, although it did not find that extraversion had an impact on the prediction of well-being. The study by Brebner et al. (1995) with Australian adults also identified neuroticism and extraversion as predictor variables.
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Viví dos años en la Ciudad de México y luego regresé a Estados Unidos para titularme en la traducción de idiomas. Me intereso principalmente por la psicología y la música. Estoy a su servicio.